lunes, 14 de noviembre de 2011

Paz, amor y empatía.

En la mesa hay un vaso marcado de carmín. A los pies de la cama una camiseta, olvidada por las prisas. Sobre la pequeña mesa de noche hay dos bonitos pendientes, prendidos de una nota.
"Soy una criatura voluble y lunática. Se me ha acabado la pasión. Recuerda que es mejor quemarse que apagarse lentamente.
Paz, amor y empatía."
A su lado hay un pequeño sobre abierto, con un trozo de papel mal recortado encima.
"Querido compañero de tantas noches:
Te preguntarás que significa el pequeño mensaje que te he dejado. Precisamente ese es uno de los motivos por los que en mi lugar se encuentra ese papel. Por si de veras te interesa, es el final de la carta de suicidio de Kurt Cobain, con esa frase que tantas veces te recité: 'paz amor y empatía'.
Quizás también te cuestionas por qué me he ido en mitad de la noche. Esta respuesta es aún más sencilla: se nos acabó el amor de tanto usarlo. O al menos a mi. Simplemente no podía aguantar más. Y aquí es donde entra la primera nota. Kurt lo expresa mucho mejor que yo, así que se podría decir que mis motivos están ahí.
Si algún día nos volvemos a ver sólo te pido que no me ignores. No me importa si decides escupirme o darme un abrazo, pero no dejes que lo nuestro se destierre al olvido. También necesito decirte que no llores por mi, por favor. Ya he derramado yo con creces suficientes lágrimas por los dos, créeme. Tengo que pedirte otro favor: no trates a quién venga detrás mío -porque no dudo que habrá otras muchas- como me trataste a mi.
Siempre estarás en mi corazón"
En una esquina de la habitación suena un ruido apagado de lágrimas chocando contra el suelo. Un hombre mira a su alrededor, tratando de asimilar de alguna manera los últimos acontecimientos. Ella se ha ido. Su luna. La que daba alegría a su corazón cansado de latir. Se ha marchado. ¿Y qué le ha dejado? Una mancha de carmín que desaparecerá como vaho; dos pequeños pendientes desgastados por el uso; una camiseta, como único vago recuerdo de aquel cuerpo que un día fue suyo y dos míseros papeles plagados de genialidades con su perfecta caligrafía.
Por algún extraño motivo, sabe que no va a volver. Ella nunca haría eso. Al fin y al cabo, era de esperar. No tenía ya nada que hacer ahí. Ni siquiera sabía como había aguantado tanto tiempo.. ¿Qué la había retenido durante tantas noches? Aunque, qué importa, ya se ha ido.
Y no la puede culpar. Se lo advirtió mil veces. Aún recuerda aquella tarde lluviosa de agosto, una de las primeras que pasaron juntos. Ella afinaba las cuerdas de la guitarra de oído, como siempre. "No se cuanto va a durar esto" comentó mientras dejaba la nota 'la' sonar. "No me gusta estar atada, y mucho menos a un hombre. Si sigo aquí es porque no me siento sujeta. Soy feliz tal como me encuentro ahora mismo. Pero esto no es eterno. Algún día me iré. Cuando eso ocurra no me olvides, por favor" añadió antes de dejarse llevar por los acordes de 'Cadillac Solitario'.
Podría preguntar '¿por qué?' mil veces al espejo, pero no obtendrá respuesta. Aunque claro, ya la tiene. Sabe perfectamente lo que contestaría ella '¿y por qué no?'
De pronto comienza a sonar una melodía que ya conoce en los altavoces. 'Desde mi cielo' inunda la habitación desde el teléfono móvil conectado a los altavoces. Una alarma. La programó ella, por supuesto. 'Una última cosa: sigue adelante' lee en la pantalla antes de arrojar el móvil al suelo. Todo perfectamente calculado, evidentemente. Ella nunca dejaría nada a medias.
De pronto, una idea cruza por su mente y comienza a caminar hacia la cama. "Es una pesadilla, claro. Me dormiré y al despertar ella estará a mi lado, como cada mañana." Y se tumba, guiado por una demente esperanza. Cierra los ojos lentamente, dejándose llevar por el sueño. Pero no habrá nadie a su lado cuando los abra.

1 comentario:

  1. Perdona, pero me gustaría que pusieras que soy la autora de esto, un enlace a mi blog o algo. No es nada personal, simplemente no me gusta que mis relatos circulen sin ninguna identificación por la red. Gracias :)

    ResponderEliminar